¿Revolución educativa o ilusión tecnológica? La inteligencia artificial en el aula: ¿aliada o amenaza?

Para los que llevamos muchos años en esto de la educación hemos ido viendo que, a pesar de los sucesivos cambios de leyes, y aparentes revoluciones tecnológicas y metodológicas, lo que es el día a día en el aula no han cambiado significativamente de cuando empezamos a ejercerla, es más, incluso de cuando éramos estudiantes.

Puede que ya no usemos tanto el libro de texto y que tengamos pantallas táctiles junto a, casi siempre, la tradicional pizarra de tiza. Que a veces llevemos portátiles al aula y que de vez en cuando desarrollemos algún proyecto donde pongamos en práctica metodologías más activas e innovadoras. Pero la mayoría de veces, en general, la transmisión de conocimientos y el desarrollo de nuestras clases sigue siendo muy parecido a cuando empezamos a ejercer nuestra profesión. Y que conste que hablo de la mayoría de nosotros pues sabemos de compañeros y centros que sí han conseguido introducir metodologías y formas de trabajo de forma permanente y no puntual, siendo conscientes del titánico esfuerzo de medios y tiempo que ello conlleva. También es cierto que, bien por vocación, o bien por obligación (protocolos, planes de apoyo y tutorías mediante), ahora, la mayoría somos profesores mucho más accesibles y cercanos a nuestras alumnas, que nos preocupamos por sus intereses, sabemos de sus necesidades y conocemos sus  capacidades y dificultades.

   Pero volviendo a los avances metodológicos y tecnológicos, lo que venía a ser la era de la información y comunicación  con todo el conocimiento y herramientas a nuestro alcance, internet y todos los diferentes dispositivos electrónicos, se está convirtiendo, en muchos aspectos,  en todo lo contrario. Adolescentes enganchados a las pantallas  y a unas redes sociales llenas de falsedades , bulos, estereotipos  e incluso odio, que en nada están ayudando a su formación y desarrollo. Cuando nos estábamos adaptando a todos estos avances e introduciéndolos de manera cada vez más general en el aula, hemos empezado a darnos cuenta que hay que enseñarles a hacer un uso crítico y moderado de los mismos.

   Y en estas estábamos, adaptándonos a estos cambios que cada vez suceden de forma más vertiginosa, cuando aparece otra nueva “posible” revolución, la inteligencia artificial (IA). Aquello que de pequeños veíamos en el cine de ciencia ficción como algo muy lejano y futurista empieza a ser una realidad tangible que podría redefinir múltiples aspectos de nuestras vidas, incluida por supuesto la educación. Las posibilidades, a poco que uno investigue, parecen infinitas. Y por supuesto volvemos a leer aquello de que nuestro trabajo podría ser innecesario en unos años.

   Desde asistentes virtuales hasta plataformas de aprendizaje adaptadas a las necesidades y capacidades de cada alumno, la IA podría revolucionar la manera en que estudiantes y profesores trabajan en el aula. Sin olvidar uno de los aspectos que, en estos últimos años donde la burocracia está  alcanzado unas cotas insoportables, suena muy bien, y es la  posibilidad de que la IA elimine, o al menos reduzca, los procedimientos rutinarios y tareas administrativas, liberándonos de tiempo para  poder enfocarnos   en la parte pedagógica, creativa y humanista de nuestro trabajo.   La corrección automática de exámenes, generación de informes de resultados, programación de horarios, redacción de actas,… son solo algunos ejemplos de cómo la IA podría aliviar nuestra carga burocrática. Esto permitiría que dedicáramos más tiempo a la enseñanza interactiva y al acompañamiento personalizado de los estudiantes. Además, y lo más interesante, es que las plataformas virtuales de aprendizaje podrían adaptarse a las necesidades individuales de cada  alumno, identificando áreas de mejora y sugiriendo recursos adicionales consiguiendo un aprendizaje más centrado en el estudiante, y conllevando  a una verdadera y efectiva atención a la diversidad.  La capacidad de la IA para analizar grandes volúmenes de datos permite crear secuencias de aprendizaje personalizadas, pudiendo evaluar el progreso de cada estudiante y adaptar el contenido según su nivel de comprensión y estilo de aprendizaje. Ya hay plataformas como Khan Academy que utilizan la  IA para ajustar el nivel de dificultad de los ejercicios de matemáticas, mientras que aplicaciones como Duolingo adaptan sus lecciones de idiomas en función del rendimiento individual de cada usuario. También sistemas como Century Tech integran análisis de datos y aprendizaje adaptativo para ofrecer vías de aprendizaje personalizadas en diversas materias. Estas herramientas permiten identificar áreas de mejora y carencias específicas y además sugieren recursos adicionales para reforzar el aprendizaje, creando un entorno  educativo atractivo y centrado en el alumno. El desarrollo de algoritmos inteligentes pueden evaluar el progreso de cada alumno y adaptar el contenido según su nivel de comprensión y estilo de aprendizaje.

   También está la gran polémica del uso de la IA en disciplinas artísticas, un terreno mucho más controvertido. Herramientas como DALL-E para la creación de imágenes, AIVA para la composición musical, o ChatGPT para la generación de textos literarios han abierto nuevas posibilidades en el ámbito creativo. Herramientas que ya estamos “padeciendo” en nuestras aulas. De hecho, la mayoría de nosotros, hemos reaccionado rápidamente y optando porque la mayoría de nuestros alumnos trabajen en el aula y no mandar tareas ni redacciones para casa, la mayoría de las cuales acaban siendo hechas por alguna de estas IA´s. Sin embargo también es cierto que estas aplicaciones pueden inspirar y apoyar el proceso creativo y dar ideas y sugerencias con las que empezar un proyecto. ¿Quién de nosotros no las ha usado ya para rellenar algún tipo de documento?

   Pero, evidentemente, en la escuela no sólo se aprenden Matemáticas o Historia ¿Puede la IA entender verdaderamente las necesidades emocionales y sociales de un adolescente? Pues evidentemente no, al menos de momento claro, la IA carece de la empatía y la comprensión humana que son esenciales en el proceso educativo y es por eso que nuestra figura es imprescindible. La IA será una herramienta poderosa que  podrá ayudarnos mucho, tanto en nuestro campo como en muchos otros, pero en última instancia nosotros seguiremos siendo los responsables del desarrollo integral de nuestros alumnos.

Pedro Garre Pérez

Profesor de matemáticas

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